La transformación de la universidad viene marcada por una carga

ideológica, política y cultural del tiempo y el espacio en que se mueven; en la

que,la presencia de dispositivos disciplinarios garantizan el control, la

predeterminación y la seguridad de mantener la producción de conocimiento

de acuerdo a lo requerido por el Estado. Esto se evidenció en la Edad

Media cuando las universidades eran recintos donde participaban grupos

establecidos para la memorización y duplicación de saberes como método

para aprender el conocimiento que debía estar al servicio del Estado y de la

Iglesia Católica, ésta “moldeó el tipo de civilización en que sevivía, tutelando

junto al Estado la búsqueda de la razón” (Woods, 2005: 57).

Esta forma de direccionar el quehacer en la universitaria se mantiene

en estas organizaciones como un síntoma de las luchas de poder. Esta

realidad, de instituciones cerradas, aristocráticas, aisladas de los

nuevos escenarios,ha tenido que confrontarla demanda de modernización,

transformación de los planes de estudios y de compromiso social así como

sucedió en 1918 cuando se produjo la Reforma Universitaria de Córdoba, en

la que, según Delgado (2006: 2) se hace una “severa crítica de la vida

interna de la universidad, y en especial rechaza el anacronismo y

autoritarismo con que se conducía la vida académica”.

Siempre se ha hablado de políticas educativas que comprendan

dentro de sus objetivos unauniversidad reformista, que permanentemente

esté en proceso de transformación, progreso y crecimiento.No obstante, la

universidad persiste en una visión instrumental de la ciencia que tiene

influencia en el diseño de las asignaturas, los perfiles de las carreras y el

modelo de enseñanza para convertirlas en maquinas para formar

trabajadores. Hacambiado el momento político; pero, no se ha reformado la

manera de pensar sobre el quehacer en las universidades, encontrándose en

ellas un obstáculo para el proceso de transformación. El discurso y las

prácticas pedagógicas se mantienen y se recurre a excusas de índole

políticas para solapar las luchas por cuotas de poder.

Por otro lado, muchas fuerzas externas inciden en la vida universitaria

generando cambios y conflictos desde el punto de vista ético, de valoresy de

metas. La universidad es un sitio donde se relacionan personas para producir

prácticas educativas con objetivos y finalidades específicas que determinan

quienes tienen el poder. Al respecto Bourdieu (1996: 88) afirma:

…es tanto un universo social como los otros, donde se trata, como

en otras partes, del poder, del capital, de relaciones de fuerza, de

luchas para preservar o transformar esas relaciones de fuerza, de

estrategias de manutención o de subversión, de intereses, etc., en

tanto que constituye un mundo aparte, dotado de sus leyes propias

de funcionamiento, las cuales permiten que no sea ninguno de los

aspectos designados por los conceptos que lo describen, lo que le

da una forma específica, irreductible a cualquier otra.

Los cambios al seno de la universidad se transformaron en un

fenómeno complicado ya que en ellas se mezclan diferentes factores

internos de diversas naturalezas que se relacionan con otros externos lo que

podían generar fuertes resistencias y conflictos desencadenando luchas con

nombres como libertad académica o autonomía universitaria.El poder es

expresado por el dominio de los espacios, el monopolio y las competencias

que manifiestan en las prácticas académicas y las relaciones interpersonales

en las cuales se conservan las estructuras que pudieran generar una ventaja

sobre los demás.Ocupar cargos,tener poder político, la búsqueda de

reconocimientos, la ostensión de posición de dominio parece un proceso

permanente de cimentación del espacio universitario.

Es así como el ámbito universitario se convierte en un cosmos social de

poder, relaciones de fuerza, lucha por salvaguardar o transformar las

relaciones o intereses internos y externos. Estos últimos han definido la

estructura universitaria desde afuera,moldeándola para fortalecer la

producción económica y burocrática; reduciendo la autonomía del sistema de

enseñanza a meros productores de fuerza de trabajo que dependen del

poder económico y genera una universidad subordinada al sistema

financiero, intereses partidistas y al desarrollo de competencias que prepara

un empleado para el mercado y en que la posibilidad de generación de

nuevos conocimientos serán sólo capitalizados para la satisfacción

económica de la minoría. Solapados por el marco del proceso de

globalización de la economía. En tal sentido, Chesnais, (1996: 47), afirma:

La educación superior constituye una parte significativa del sistema

de enseñanza y sufre intensamente el proceso de subordinación al

sistema económico y a los intereses políticos expresados a través

de programas, proyectos y acciones gubernamentales, toda vez

que la educación superior cumple dos papeles importantes en el

proceso flexible de acumulación, desarrollar competencias y

preparar trabajadores para el mercado de trabajo, y generar

conocimientos nuevos e innovaciones para el proceso de

competencia de las empresas, los países y las regiones

económicas.

Las políticas de educación universitaria someten al entorno

universitario perdiendo autonomía y espacios de lucha, lo que pudiera

implicar obligaciones con el mercado económico y abandono del plano

social. "Los intereses de los compradores de fuerza de trabajo, los que

dominan el campo de la producción económica, buscan reducir la autonomía

del sistema de enseñanza ampliando su dependencia directa respecto de la

economía" (Bourdieu, 1998: 130). El orden vigente hace a la universidad

conservadora y vuelve arduo el rompimiento, la diatriba y el cambio social lo

que ocurre probablemente por su dependencia del capital.Así mismo, en la

universidad se habla de reformas pero eso no existe, lo que si hay es una

lucha por tratar de sobrevivir a la descomunal dependencia financiera del

Estado que ha hecho de estas instituciones educativas empresas que

producen de acuerdo a las necesidades del mercado.

Sin embargo, la inversión del Estado en las instituciones de educación

es cada día menor,esto ha generado un cambio en la universidad como bien

público para convertirse en un espacio donde se valora más al capital

económico. La mercantilización de estos recintos educativos es producto de

su desespero por salir a flote de la crisis financiera; por lo que se han

planteado soluciones para la generación de ingresos que conllevan a buscar

acuerdos con las empresas privadas y a cobrar por los servicios que presta.

Es así como, poco a poco, la universidad pierde su carácter social para

transformarse en una entidad productora de fortunas a través de la venta de

la formación. Recuperar la credencial de medio para la solución de las

dificultades sociales es cuesta arriba debido a la indiferencia del Estado ante

su compromiso por el sistema educativo, porque si bien en Venezuela se ha

masificado la educación pública, aun se observa un nivel de calificación muy

bajo, al punto que el escenario universitario no tiene legitimidad social en una

crisis política, económica y de valores que se ha ido apoderando de la

sociedad. Se sabe que el país ha tenido algunos acontecimientos resaltantes

inspirados por los planteamientos de Simón Bolívar pero, la reconfiguración

de las universidades no se ha dado, puesto que han permanecido las viejas

escuelas y no terminan de involucrarse en una educación liberadora.

Se inician opciones de cambios emblemáticos,

consensuados y necesarios para resolver los problemas sociales y se invita a

los miembros de la sociedad a compartir escenarios con la comunidad

universitaria e intercambiar saberes que puedan enriquecer a los miembros

de la universidad y a difundir la ciencia hacia espacios diferentes al recinto

universitario. Pero, romper con la visión de una comunidad que produce

saberes, que generan capital, pasa por humanizar el trabajo intelectual y por

implicarse con el trabajo en equipo orientado a compensar las carestías

reales de la colectividad.

Ahora bien, ¿Cómo cambiar esta situación?Es el debate que ocupa en

la actualidad, producto de la dinámica socio política, los avances científicos y

tecnológicos, la realidad del entorno que conlleva la generación de nuevas

formas de investigar y que deben ser atendidos para dar respuesta a las

necesidades de formación del nuevo profesional que la sociedad necesita.

Por tal razón, el Estado venezolano ha generado mecanismos e

instrumentos legales que dan cuenta de las acciones que estén en

consonancia con la democratización y emancipación de la educación

universitaria. Se inició la transformación con la Ley de Universidades de

1958 en la que se le otorgó a las universidades la autonomía, gratuidad y

libertad de cátedra. De allí, en 1970 se reforma la ley y en ella se le da

mayor control al Estado y la creación de las universidades experimentales,

colegios e institutos universitarios.

En este orden de ideas, a casi medio siglo de la legalización de la

transformación de las universidades, para el año de 1999 con la

promulgación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,

se instaura un nuevo orden político, social y educativo; éste último impactado

directamente por el eje central en el cual se soportan los cambios sociales

que impulsa el movimiento político del momento. A tales efectos, la

Asociación Venezolana de Rectores Universitarios ) planteó

“las bases para llevar a cabo el proceso de transformación y modernización

de las universidades a través de la participación de los poderes públicos

nacionales y regionales”. A pesar de que estas propuestas fueron aprobadas

`por el Consejo Nacional de Universidades no hubo respuestas satisfactorias

pero; no obstante, algunas universidades “modificaron sus estatutos,

reglamentos, currículo y planes de estudio, así como lo relacionado con la

docencia, investigación y extensión” (Parra, 2010: 116).

Una mirada a estos y otros referentes sobre la transformación

universitaria que se ha promovido en el país requiere abordar la labor de

toda la universidad como un proceso integral, articulado, sistémico, continuo

y con un gran compromiso, ya que esta es considerada un factor relevante de

cambios, en el marco de su desempeño laboral, lo cual impone, el desarrollo

de competencias orientadas al logro de una enseñanza de calidad. En tal

sentido, esa óptica de la educación universitaria, deberá estar enmarcada en

la revalorización del desempeño laboral de cada uno de sus actores, sin

desestimar las funciones que por ley se le asignan, se deberá asumir

también el compromiso de promover y mejorar las estructuras académicas,

convirtiéndolas en multiplicador del conocimiento, siendo sujetos activos y

participativos de los cambios institucionales.