El momento histórico en el que se encuentre el sistema educativo es
determinante de su accionar; en el caso venezolano es evidente la influencia
que ha tenido en la educación universitaria la dinámica socio-política del
país; ha tratado de mantener su hegemonía e idea de formar para satisfacer
las exigencias y necesidades de la económica imperante. Sin embargo, al
interior de estas casas de estudio se han dado debates entre grupos que
promueven la revisión de las estructuras administrativas, sus funciones y la
organización académica a los fines de lograr el fortalecimiento de la
investigación a la vez que se adecúan a las políticas públicas establecidas en
base al modelo económico del momento. Desde la promulgación de la
Ley de Universidades en 1970 hasta la
fecha, han transcurrido un poco más de cuatro décadas en las que se han
propuesto, a través de nuevas leyes y documentos, cambios y
transformaciones en el sistema educativo universitario. Ya en 1999, con el
nacimiento de la nueva Constitución de la República, se incorpora a la
educación como un derecho humano y un deber del Estado de garantizar la
calidad de las instituciones, el quehacer pedagógico y promover la gratuidad
de la enseñanza y, en el año 2002, se crea el Ministerio de Educación
Superior que anteriormente dependía del Ministerio de Educación Cultura y
Deportes. A pesar de estos cambios, según informa Castellano (2004: 52)
“las universidades fueron muy lentas y muy resistentes al cambio. Lo
aceptaban teóricamente pero a la hora de actuar no actuaban con la rapidez
que exigida por el gobierno nacional”.
Los cambios y transformaciones que hoy se han gestado en el nivel
universitario, se han implementado en el marco de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999), el Proyecto Nacional Simón
Bolívar (2007-2013) la Ley Orgánica de Educación (2009) y más
recientemente la Ley del Plan de la Patria (2013-2019) desde los cuales se
tejen las aristas que orientan la necesidad de tener nuevas perspectivas en
la educación universitaria. Por ello, González (2008: 37) plantea “el impulso a
un nuevo modelo educativo, centrado en la formación ética. Dirigido a
transformar la sociedad, a comprender la realidad y el entorno y a insertarse
en el modelo productivo del estado”.
De tal manera que, la educación universitaria debe ser accesible a
todos pero, sus medios y fines deben ser redefinidos y estar en consonancia
con las necesidades de su eje de influencia; por lo que su organización debe
responder efectivamente a las necesidades educativas y las solicitudes del
entorno. Por lo descrito, la transformación universitaria debe emerger desde
el interior de las universidades hacia su vinculación con la comunidad. Es por
ello, que se requiere de una visión crítica de la realidad actual que permita
establecer estrategias que conlleven a la erradicación de las culturas
autoritarias que la sumen en un sistema egoísta, individualista y pasivo ante
los problemas sociales que le rodean. Como lo plantea Mayorga (1999:2)
…“el conocimiento y sus aplicaciones productivas, la ciencia y la
tecnología, constituyen el motor principal del desarrollo económico
y social en todas las regiones del mundo. Dentro de esa tesis,
pongo especial énfasis en el papel de las universidades, no porque
piense que la universidad puede hacerlo todo, sino porque lo que la
universidad debe hacer, me parece absolutamente imprescindible.
Hay que hacer posible lo necesario, y la universidad es en ello
insustituible”.
La universidad procura ser un lugar abierto,colectivo, de aprendizaje,
socializador y humanista, que ofrezca oportunidades sin diferencia. Una
universidad transdisciplinaria y emergente que interviene en las dificultades
que circunda al individuo aprendiz. Es por ello que la universidad, dentro del
plan pedagógico nacional, ocupa un lugar primordial en la sociedad y también
en el contexto de los cambios sociales y organizacionales que requiere un
cambio dinámico en los pueblos para dar contestación a los desafíos que
rodean el progreso económico y social de la nación. Desafíos estos, que
involucran una emergente comunidad del conocimiento, una rebelión de las
TICs, una comprensión de la cultura, la execración de la indigencia, la
desigualdad y la exclusión, las intimidación esa la paz, a los derechos
humanos, al incremento comunal de la población, el deterioro del medio
ambiente, entre otros.
Sin embargo, la universidad no puede afrontar por sí sola estos
desafíos, requiere reorganizarse como una colectividad de aprendizaje
donde se constituya como una núcleo desde donde se permita el seguimiento
y manejo de un plan integral para el progreso humano y sostenible de la
sociedad nacional e internacional a fin de, en colectivo,colaborar y edificar
respuestas a los retos lo que es viable a través de la unificación del currículo y
de sus procesos académicos dentro de las universidades.
Este cambio requerido es complicado, pues están involucrados una
serie de factores (sociales, económicos y políticos) y actores que hacen difícil
la tarea de concatenar ideas que vayan en la búsqueda de acontecimientos
que procuren innovaciones sociales.Estas relaciones con los actores sociales
deben ir en función de lograr en las comunidades presencia universitaria que
produzca intercambios socioculturales desarrollados en un ámbito
democrático.Originar estos cambios requieren una transformación política,
económica y social que sea congruente con la realidad universitaria y que
este abierta a dialogar con los saberes populares resguardada en un zona de
armonía y de aceptación.
En ese sentido, la transformación solicita una intervención protagónica
de toda la comunidad universitaria en las comunidades donde ellas están
obligadas, ética y moralmente, a tener presencia. La Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela (1999) en su Artículo 102 establece que
la educación en todos sus niveles es “…instrumento del conocimiento
científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad…”. Por ende
es mandato constitucional que las universidades tienen que ser centros de
debate crítico de los problemas sociales e instrumento para generar
conocimiento que vaya en beneficio de la calidad de vida humana y a
disposición de todos los estratos sociales.
En este contexto la transformación debe crear un lazo entre la
universidad y las comunidades, para lo cual disponen de un marco legal que
la apoyan. Por ejemplo, la Ley de Servicio Comunitario, habilita a los
estudiantes para incursionar en las comunidades y efectuar planes que
colaboren a solucionar necesidades. Además, faculta la Constitución
Nacional al cuerpo directivo y docente a generar cambios que redunden en
un mejor proceso pedagógico, de investigación y extensión que forme un
grupo de individuos dispuestos a realizar transformaciones locales,
regionales y nacionales.
Estos procesos académicos administrativos en el interior de la
universidad, sobre lleva forzosamente a recorrer por lo que ha sido la
universidad como organismo formadora de profesionales para
proporcionarle asistencia a la sociedad.Por ello, la búsqueda de la verdad,
creación del conocimiento, formación profesional y el asistencia a la sociedad
están relacionadas a los procesos académicos administrativos universitarios y
estos componentes, no logran concebirse sino en la entendimiento de su
interacción, o en la dialéctica de su integración, que será viable en la medida
en que se constituyan los cuadros académicos y administrativos.
Los procesos académicos administrativos en la
universidad habitualmente se han imaginado separados; sin embargo, han
venido cambiando de acuerdo con los sucesos histórico-políticos y sociales
en los que se han desenvuelto. Estos cambios, se han hecho patentes, al
punto que hoy se muestran como un todo, como una condición social; pero,
en la práctica siguen manejándose tradicionalmente.
Por otro lado, es indudable que las orientaciones y concepciones
curriculares de los esquemas formativos de las universidades han sido poco
atendida en la experiencia didáctica en toda su extensión. Este es el marco en
el que se debe sostener cualquier ofrecimiento de transformación
universitaria.Por ello, se piensa que las dificultades presentes en la universidad
se traduce, en la falta de integración curricular y se parte de la proposición
de que lograr esta aproximación implica forzosamente unir a los procesos
pedagógicos a través del currículo. De allí que cualquier táctica de
transformación universitaria debe posesionarse primordial mente de la
investigación, imaginada como creación intelectual, pues desde allí es que la
universidad puede excusarse de un proceso de integración que una la
reproducción de ideasen el campo científico, el humanístico, el tecnológico, y
el social en el proceso mismo de formación general para la edificación de
prácticas sociales diferentes, económicas, políticas novedosas, educativas,
culturales, y comunicacionales, que identifican un país y una sociedad con
novedosos modelos de progreso.
Lo anterior pretende asumir esta edificación, de forma colectiva,
completa, prevaleciendo la escritura individual e incomunicada de la
investigación, su desajuste con la función pedagógica y desvinculación de la
función social que es inseparable a los principios y gestiones esenciales de la
universidad.Es un hecho en América Latina y el Caribe, la necesidad de unir
la investigación y la extensión a la docencia universitaria, con el propósito de
obtener una formación completa y apropiada para el currículo, más
vinculado con el proceso endógeno y los valores de coexistencia, ayuda y
sustentabilidad ambiental que se demanda y que afianza el modelo de país
enunciado en los planes de la nación.
Al respecto Castellano A. (2009: 220) en el contexto del Seminario
Internacional Autonomía Universitaria efectuado en la Universidad Central de
Venezuela (UCV) planteó:
…una de las premisas de la reforma universitaria es la integración
de las funciones sustantivas: docencia, investigación y extensión
como elementos nucleadores del proyecto de trabajo
departamental, pero como actividad integrada,no solo la docencia
o solo la investigación, las carreras deben quedar como a manera
de rejillas sustentadas por todos los departamentos …”
Ahora bien, se visualiza que en el pensamiento teórico sobre la
transformación universitaria concurren inconsistencias; sin embargo se
evidencia tendencias curriculares innovadoras, que en la teoría, instituyen
la relación estudio-trabajo así como la vinculación teoría-práctica, y la unión
universidad -sociedad; Por ello, es necesario que, análogo al hecho de
cimentar las plataformas y fundamentos que concretan y conceptualizan la
nueva universidad, por lo que hay que efectuar un constructo social que en
palabras de Domínguez A. (2006: 63), “ontológicamente representa la
realidad objetiva y subjetiva sobre la que median los actores de los diferentes
sectores involucrados en el hecho educativo para su comprensión” y en la
que epistemológicamente se adjudica una forma diferente de cautivar y
enmendar esa situación, a través de un enfoque de cómo se origina el
conocimiento; es decir que hay, desde el recinto universitario, forma diferente
de tramitar la realidad, proporcionándole a estos procesos una concepción
epistémica distinta.
A este esbozo se adhiere Villaseñor (2004: 45) cuando plantea “la
concepción de la realidad como un sujeto colectivo” y no como un monopolio
de individualidades; lo colectivo en la universidad demanda la colaboración, la
unidad, la solidaridad, la unificación, el complemento entre las
diversas parcelas sociales: universitario, estatal, productivo y comunitario.
Esta interacción dialéctica encaminada por una formación integral, como un
proceso cuyo fin es preparar hombres y mujeres, como entes sociales que se
congregan en una equipo dialéctico.
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