Aunque tú descanses en paz, la madera, el acolchado sintético y los metales que suelen usarse en los ataúdes tradicionales, así como el concreto utilizado para reforzar las tumbas, siguen contaminando la Tierra. También se gasta mucha energía en producir esos materiales, que se utilizan muy poquito tiempo y luego se entierran. No se descomponen muy rápido”, explica Jennifer DeBruyen, profesora de Ingeniería de Biosistemas y Edafología de la Universidad de Tennessee. Los diseñadores italianos Raoul Bretzel y Anna Citelli podrían tener la solución. La llaman Capsula Mundi (cápsula del mundo, en latín) y es un ataúd orgánico en forma de huevo que también puede utilizare para ceniza
La idea de la Capsula Mundi surgió en el 2003, cuando la pareja vio toneladas de muebles destruidos después de la famosa feria de diseño Salone del Mobile (Salón del Mueble) de Milán.
“Era una gran competencia por diseñar cosas nuevas, pero casi nadie se preocupó por el futuro impacto de esas cosas o por si alguien las usaría realmente”, dice Bretzel.
“Comenzamos a pensar proyectos que pudieran tener un aspecto ambiental. La muerte es parte de nuestra vida pero en las ferias de diseño a nadie le importa eso porque es un aspecto de nuestra vida que no queremos mirar. No queremos pensar en la muerte como parte de la vida”.
La ciencia detrás del invento
Los diseñadores presentan ahora la primera versión de su producto, que solo sirve para cenizas. Un modelo posterior servirá también para cuerpos, que serán encapsulados en posición fetaL.
Primero, las bacterias del suelo descomponen el bioplástico y luego las cenizas entran gradualmente en contacto con el suelo, sin cambiar drásticamente su balance químico.
Pero aunque la inhumación de cenizas puede ser ecológica y amigable con el medio ambiente, la cremación también tiene sus detractores. “Es un proceso que demanda mucha energía”, afirma DeBruyen.
Además, los viejos empastes dentales pueden liberar mercurio contaminante, por lo que los crematorios han instalado filtros de mercurio.
Si bien sembrar una semilla encima de la cápsula puede parecer un concepto atractivo, Jacqueline Aitkenhead-Peterson, profesora del Departamento de Ciencias del Suelo y el Cultivo de la Universidad de Texas A&M, sugiere que se utilicen árboles más maduros.
“Como el cuerpo se va a deshacer en un año en un ambiente de sepultura, los nutrientes son liberados al suelo muy rápido, así que la clave sería plantar encima un árbol de tamaño decente. Capturar esos nutrientes también es importante para proteger las aguas subterráneas”, explica la experta.
¿Pero beneficia de verdad todo esto al medio ambiente? DeBruyen cree que sí: “El problema con los entierros tradicionales es que son completamente anaeróbicos. Los restos son sepultados en lo profundo y sellados en un ataúd. Hay mucha degradación incompleta en ese proceso”.
“Estas cápsulas pueden ayudar a mantener algo de flujo de oxígeno en el sistema. Además, le aportan carbono a todo el sistema (por el bioplástico). Uno de los obstáculos y desafíos que plantea la descomposición de un cuerpo humano es que es muy rico en nitrógeno y, por eso, los microbios que tratan de descomponer todo ese nitrógeno necesitan algo de carbono para equilibrar el proceso”.