Un sistema de producción es el ordenamiento y planificación del proceso productivo para hacer un uso eficiente de todos los recursos disponibles, conservando el ecosistema de modo que la producción sea sustentable en el tiempo. Cada sistema de producción debe estar adaptado a las condiciones propias de
una localidad o de una situación. De hecho, cada agricultor tiene su propio sistema de acuerdo con las características de su predio, a su condición y a su visión. O sea, no existe un sistema de producción que pueda aplicarse en cualquier
circunstancia, pero sí existen principios básicos que son iguales para todos los
casos. Estos principios están asociados a las leyes biológicas a las cuales están
sometidos los procesos productivos agropecuarios. En el caso de los caprinos, el
encaste, la parición, la lactancia y la crianza son etapas del proceso no modificables y requieren ciertas condiciones para alcanzar los objetivos productivos
predeterminados.
En los sistemas productivos siempre se debe considerar que ocurrirán situaciones que no estaban previstas; es decir, hay que definirlos pero siempre mantenerse alerta, hay que desarrollar la capacidad de adaptación o flexibilidad para
sobrellevar condiciones extremas sin desviarse de los objetivos establecidos.
Por ejemplo, en la región de Coquimbo, la variación de las precipitaciones y la
frecuencia de sequías son realidades normales, para lo cual es necesario preparar estrategias de acción apropiadas, de modo de poder enfrentar en buena
forma estas restricciones.
El conocimiento de los factores de producción y sus interacciones contribuye al logro de los objetivos del sistema. Sin embargo, muchos de ellos no son
controlables y son difíciles de predecir, como es el caso de las precipitaciones,
aunque con cierta probabilidad es posible pronosticar qué situación se puede
presentar en la próxima temporada. Disminuir los efectos negativos de estos
factores permite, muchas veces, alcanzar parcial o totalmente la meta trazada.
Los factores que inciden en los sistemas de producción animal son semejantes
entre sí. Difieren solo en la proporción relativa en que participan, de acuerdo con
las características particulares de cada especie animal involucrada y del lugar
donde se desarrolla.
Las temperaturas presentan una tendencia inversa a las precipitaciones: aumentan hacia el Norte (desde Los Vilos a La Serena) y hacia el Interior (Illapel, Ovalle
y Vicuña) y disminuyen en altura, hacia la cordillera de Los Andes. Con temperaturas más altas se produce un aumento de la evapotranspiración potencial, lo
que incrementa el déficit hídrico.
Los caprinos, en general, son sensibles a las bajas temperaturas, las que disminuyen la producción de leche. Este efecto, que ha sido evaluado en el Centro
Experimental Los Vilos (INIA), se ve acentuado por limitaciones energéticas y
también por la falta de infraestructura de protección adecuada (Figura 1.3).
En ambientes con suelos y vegetación degradados, los sistemas se ven limitados
en su potencial de producción forrajera y arbustiva, especialmente en aquellos
sistemas dependientes de la disponibilidad de pastoreo natural y naturalizado.
Esta situación también está muy relacionada con las precipitaciones, disponibilidad de agua, condiciones de suelo, contenido de materia orgánica y nutriente,
especialmente de nitrógeno y fósforo. En suelos degradados se incrementa el escurrimiento superficial, lo que genera una disminución de la infiltración y almacenamiento de agua en las napas subterráneas. Al mismo tiempo, los bajos
niveles de nutrientes y materia orgánica de los ambientes degradados afectan
el crecimiento del recurso forrajero; se incorpora menos materia orgánica y disminuye la mineralización de los componentes del tejido vegetal.
Manejo
El manejo representa todas las acciones de gestión técnicas de un sistema de
producción, como el encaste, la parición, la ordeña, la esquila y la selección, en
cada una de las cuales es necesario realizar acciones que permitan lograr los
objetivos. A modo de ejemplo, es muy importante programar la fecha de encaste
de acuerdo con las características de un determinado lugar o zona geográfica, ya que las decisiones tomadas en esta etapa tendrán incidencia en la fecha
adecuada de parición, en la proliferación y en la definición de los ingresos del
sistema. Una baja tasa de encaste implica la pérdida de al menos dos crías y 27
kg de quesos, más la mantención del animal no preñado. Las deficiencias en el
manejo de la ordeña podrían significar la disminución del volumen de leche en
aproximadamente un 30%, debido a la retención de la leche por el animal.
La alimentación es uno de los factores que más incide en el costo de producción,
siendo mayor en la medida que el sistema se intensifica: a mayor producción de
Manual de producción caprina [15]
leche, más altos son los requerimientos nutricionales. El recurso de pastoreo obtenido del estrato herbáceo y arbustivo son de primera importancia por su bajo
costo. Sin embargo, en zonas áridas y semiáridas, como la región de Coquimbo,
la disponibilidad de estos recursos es limitado debido a las condiciones pluviométricas, lo que implica ajustar las cargas a la cantidad de forraje disponible.
Dependiendo del grado de deterioro del suelo, la carga animal disminuye hacia
el Norte y hacia la cordillera. La evaluación de pradera y estimaciones de carga
animal realizadas en la región sobre la base de imágenes satelitales se indican
en tiempos regulares. Pero en la actualidad, por largo período de limitación hídrica, estos valores son más bajos.
Los nutrientes aportados a través del pastoreo, como método de alimentación,
requieren ser transformados en leche, carne y lana. Dicha transformación es dependiente de la eficiencia del animal que está siendo alimentado: a mayor eficiencia productiva o partición de los nutrientes hacia el producto, mayor es la
necesidad de utilizar alimentación suplementaria, ya sea con forraje cultivado
o desechos vegetales, puesto que el recurso de pastoreo no siempre entrega el
volumen y la concentración de nutrientes adecuados para cubrir los requerimientos de los animales. Debido a que la suplementación puede llegar a representar más del 70% del costo total de la producción, es muy importante mantener un balance entre lo que se entrega, la condición corporal del animal y lo que
este produce. Es decir, el balance debe ser establecido de modo que siempre el
valor adicional de la producción obtenido por efecto de la alimentación suplementaria, sea mayor que el costo de suplementación