Como Universidad Nacional Experimental nos encontramos en una

situación gloriosa de la vida institucional de esta Casa de Estudios Superiores,

en el mejor momento de su historia académica. Una decisión oportuna nos

convoca a plantear un cambio en la estructura adjetiva y sustantiva de la

institución que implica un redimensionamiento del pensamiento educativo, el

cual ya se venía adelantando, gracias al accionar de la recientemente extinta

Comisión de Modernización y Transformación y su equipo de trabajo, que

introdujeron cambios en el orden académico como en el administrativo.

La acertada decisión gubernamental implica el rediseño de una nueva

imagen institucional, un cambio radical en la conducción del estilo de

gestionar lo académico, lo administrativo y lo social.

Si postulamos con decisión elevar sostenidamente la calidad, buscar la

pertinencia en todo emprendimiento, vincularnos con otras instancias de

educación universitaria a través de los medios y métodos más idóneos y abrir

el beneficio de la superación personal a toda persona universitaria, no

podemos darnos el lujo de prestarnos a la piratería académica, al hurto, la

triquiñuela y al beneficio personal a costa de limitar las capacidades

formativas de las y los estudiantes.

De otro lado, se presentan buenas posibilidades de crecer en las

relaciones con el Estado en programas relativos a la inserción de la

Universidad al medio municipal y regional y, especialmente, lograr vínculos

de cooperación con el sector productivo para enfrentar a la pobreza y la

inequidad. Se requieren importantes esfuerzos de capacitación, formación y

asistencia profesional de sectores tales como: campesinos, pequeños

productores y trabajadores por cuenta propia.

Este contexto orienta al propósito de tratar la acción formativa como un

hecho educativo complejo; enfocado al logro de graduados competentes,

integrales, empleables, capaces de asumir su propio perfeccionamiento y

continuar su superación a lo largo de la vida.

La situación del entorno induce a que la Universidad desarrolle acciones

de fortalecimiento de su estructura y funciones sustantivas universitarias y

privilegie al entorno como destino del servicio académico con un mayor

componente cualitativo institucional. En otros términos, sobre la base de la

consolidación del modelo territorial, la Universidad debe insertarse en el

ámbito de las exigencias locales regionales verdaderas, orientada hacia

sectores claves de la sociedad, desplegando sus funciones en didácticas

combinaciones, que la configure como una universidad para el pueblo.

La operatividad del Plan de Desarrollo Institucional o Plan Rector

depende del nivel de compromiso de los actores de las unidades académicas,

centros productivos, unidades de servicio, aparato administrativo,

organizaciones del colectivo docente, estudiantil, administrativo, obrero e

instancias del gobierno universitario.

La comunicación y la interacción de la Universidad con el entorno

comunitario local, regional y a través de la Red de Nuevas Universidades

Bolivarianas se convierten en un imperativo que definirá inclusive su vigencia

como institución. Esta vinculación no será sólo para difundir el conocimiento,

cultura, ciencia y tecnología, sino para encontrar en ella saberes para su

incorporación a la ciencia formal. Esta vinculación servirá para posicionar al

estudiante en el complejo mundo de hoy con sus oportunidades y

contradicciones, convertirlo en un ciudadano de este mundo, en convivencia

con él.

Para este objeto es conveniente que las unidades académicas y

administrativas, desborden su capacidad dialógica e interactiva, rompan el

esquema de trabajo dentro de las frías paredes de las aulas y la institución e

interactúen con sectores relevantes del entorno social en base a acciones

planificadas, controladas y evaluadas; la promoción de eventos científico-

culturales, político-sociales, artísticos y de expansión social. El objetivo

específico es la defensa de la tradición y cultura regional.

Lo céntrico es que la comunidad acepte la necesidad de elevar los

niveles de calidad en la gestión y administración universitaria, la

transparencia no depende de un solo sector institucional es el compromiso de

todos y todas. La modernización de la capacidad institucional tiene directa

relación con la competitividad institucional por ser parte del patrimonio de la

institución. El beneficio directo de la eficiencia y eficacia en la universidad se

plasmará en el mejoramiento de la imagen externa y principalmente en el

valor agregado que se le dé al trabajo diario, para ser reconocida y acreditada

por otros organismos y por sus propios funcionarios.

La institución debe actuar más allá de sus funciones específicas,

asegurando que los productos y resultados de la formación profesional y su

vinculación con el entorno aseguren el objetivo para el cual se comprometen

recursos que nos pertenecen a todos.

Como la “Universidad de Paria” debe hacerse sensible a un pueblo

sumido en la pobreza, a la inequidad, y la falta de oportunidades. El rol de los

actores requiere los compromisos individuales, grupales, colectivos y

comunitarios de todas las fuerzas vivas de la región para su incorporación

efectiva al desarrollo económico-social del país. De otro lado, el

aseguramiento de la calidad académica, centros productivos y de servicio

administrativos requieren del planteamiento adecuado y oportuno de

mejoras en los procesos con el apoyo de tecnologías y técnicas apropiadas a

los propósitos.